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Ánima

[la trilogía del asombro I]

Prólogo

Ánima: mutaciones, reconfiguraciones, mundos dentro del Mundo


Atrapada en libertad


El primer poema del libro construye su propio relato sobre el ya conocido relato de Eva y el famoso fruto. Aquí la manzana también se muestra en su entorno mítico, “otorgando algo”. En este caso, la libertad a quien la muerde. Cierto es que en el relato original se puede inferir una especie de libertad en el abandono del dios y en la caída del velo que mantenía a Adán y a Eva en abierta ignorancia sobre las cosas que atañen a la existencia en tanto acto potencial: vivir es arder en preguntas, dice el poeta.
Pero en este poema hay toda una alegoría al mundo de afuera: la manzana es comprada y sólo cuando está en las manos del yo poético pasa a ser otra cosa, otra otredad podríamos decir, en este caso un animal.


El intercambio de “conocimiento” por “libertad” opera entonces primero con una transacción económica y luego, a partir de la posesión con una transacción con la fantasía o la imaginación.


Salí a la calle gritando:
¡Me llevo un gran pez dorado!
La mujer reía, nada más que risas en la boca


En esa estrofa se opera la segunda transacción, con anuencia de la risa de la mujer que es posible que piense: ese ser está loco. Porque sólo hay risas, advierte el poema. No se muestra el pensamiento ni reflexión sobre el acto de mutar la manzana a pez a los gritos (todo un ars poético).


A partir de entonces lo que sucede es una libertad hacia adentro, hacia la fabricación de un mundo donde una manzana dentro de una bolsa con agua se transforma en un pez rojo que luego será devorado pero de un modo surrealista: se hará fruto en un árbol, irá de rama en rama viendo su futuro modo de estar arbolado, hermanándose, haciéndose al fin manzano cuyos frutos-peces luego son soles rojos en un cielo que se vuelve mar, digamos la vida, donde circulan alrededor de la libertad.
Pero para llegar a este poema es necesario leer otro más adelante que dice:


Recorrí la ciudad buscando el fruto perfecto
para que nomeolvides,
la manzana más roja entre tus labios mi boca
y un veneno sin antídoto que arruine
la felicidad


Para salir del mundo hay que estar en el mundo, trastocar la manzana por la boca de uno, por labios cuyo veneno no tiene cura ni solución. O ser la manzana-corazón partida en dos mitades:


Mañana sepultaré los restos:
la corazonada que resiste aún,
ese manjar.
Esperaré la lluvia y el tiempo que dispone
lo que muere, lo que germina
y finalmente
lo que echa raíces.


Mundos dentro del mundo como puntos en el círculo


Un modo de ver ese mundo interior es pensar cada poema como ventanas por las que atisbar o como las puertas que dan a los roperos de los infantes en la película Monsters, Inc. De pronto todas se abren y muestran a un mismo tiempo esa otra realidad en su acontecer múltiple. Allí penden varios eclipses, uno total del corazón. Podemos escuchar esa melodía en tres instancias:
Umbra, penumbra, antumbra, son las tres partes de una sombra. La antumbra es la parte de la sombra rodeada por la luz, si miráramos un eclipse. O la parte más luminosa de la sombra, si quisiéramos definirla así.


los ripios de una vieja tetera
se desvanecían en el fondo del mar


En Ánima se ve la forma del jarrón a través de sus pedazos más que en la forma activa que hace al jarrón sin destrozar todavía.
Hay eclipses, confusiones, roturas, rajaduras, mutaciones, muchas mutaciones de orugas, de máscaras, de sábanas que se confunden con la noche, de vestidos bautismales que arden como pétalos bajo la obediencia a la fiebre.


Soplaba el viento y levantó la seda
ardiente de mi vestido


Sin embargo, a pesar de esa obediencia al deseo (a su fiebre) la contradicción avanza en la voz poética cuando dice:

vos hablando de amor a orillas de mi sexo
yo hablando de sexo a leguas de tu amor


Un poco se escucha el eco solariano de “Si no hay amor que no haya nada” y por lo tanto podemos ver a la voz poética: arrancarse las alas después del vuelo nupcial


Aquí opera un cambio similar al de conocimiento por libertad que da en esa libertad “hacia adentro” que postulamos. Pues bien, el vuelo nupcial, el encuentro desposorio da paso a arrancarse las alas para que nunca vuelva a ser necesario otra vez el vuelo. Hay una búsqueda de permanencia del estado de cosas que a su vez se da de bruces con las mutaciones que se registran en todo el libro. Esto genera el desconcierto del yo poético que ve su aliento formar nubes, se puede inferir la palabra atrapada en su imposibilidad, mientras:


ya no supe dónde estaba, quién yo era
ni por qué había venido


Quizás ese aliento de nubes leves, esa Palabra que busca soltarse de su imposibilidad, es lo que a su vez se necesita para decir: el amor respira en mi cama / como un animal herido


Ánima es, ante todo, un libro de poemas de amor. Que tiene un amor común: el amor humano entre sí, las desavenencias de ese amor y sus consecuencias: soledad, remembranzas, tristezas, recuerdos, hay una imagen que bien nos muestra ese resultado del desamor: Las orugas masticaban el sueño de aquella tarde

Bien que la oruga es para la autora una recurrencia simbólica a la que le otorga variadas significaciones. Aquí la voz poética nos da una alegoría al olvido y un poco al odio. Esa tarde (ese amor) será deglutida, defecada por las orugas para su propio provecho, para sus futuras formas aladas. Es decir que para poder volver hacia esa libertad mencionada en el inicio del libro habrá que esconder el sueño en el oro de los fresnos, sobre todo dejarlo a merced de infinitas mariposas amarillas / que emigran dejando atrás las ramas desnudas de piel negra.
Para cerrar la voz poética dice:


Estoy partida en dos
mitades asimétricas


Otra vez el cuerpo/manzana/pez/sol puntos dentro del círculo buscando tantear la libertad. Y la libertad es un hacia afuera, aunque el yo poético se insista en el hacia adentro.


También podríamos suponer el libro como una pequeña enciclopedia de horror rococó


PAPÁ ME ENSEÑÓ A HUNDIR EL ESCALPELO
ENTRE LO QUE SE PUDRE Y LO QUE PERMANECE


y:


¿TE CONTÉ DE LA NIÑA
QUE RECOGÍA JUGUETES ROTOS?
los encontraba tirados en la calle,
junto a las vías del tren:
una muñeca de pelo rizado
a la que le faltaba un ojo;
un osito de trapo
con la oreja arrancada;
un perro ovejero de goma amarilla
herido por una cuchillada
profunda en el abdomen;
soldaditos de lata
corroídos por el óxido;
una cajita de música sin voz.


y:


¿Sabías que las víboras
rompen el cascarón dentro del cuerpo materno
y a veces, antes de ser paridas
devoran las entrañas de quien las ha cobijado?


y:


UNÍ LAS ALAS DE PAPEL
AL TÓRAX DE LA MARIPOSA
me empapé los ojos con detalles
de la morfología de su imago:
«Ejemplar adulto provisto de alas
cubiertas de escamas coloridas,
lepidóptero ditrisio
de la familia de los ninfálidos:
Papilio genoveva.»


y:


Con las tijeras que usaba para cortarme el pelo
le corté las alas.
Grité al amputar por si dolía,
dejé caer lo inservible;
puñados marchitos como hojarasca
sobre la mesa
dorados otoñales se difuminaban
junto al instrumental:
pegamento; bisturí; talco para el secado; aguja e hilo;
dos pares de alas de papel pintadas a mano,
imperfectas


y:


EL BARRILETE DE SEDA AZUL
QUE REMONTABA EL NIÑO SIN OJOS
SE INCRUSTÓ EN UNA NUBE


y:


Era extraña la belleza del niño:
cabellos azules; dientes de leche;
pestañas como ciempiés y los párpados
pegados a sus mejillas, pura piel sin pupilas.


y también:


los gritos de su niño de pelo azul
que reía de júbilo al creerse volar.


Hay otros ejemplos de este horror finamente detallado como bombones envenenados servidos en la mesa del té familiar, sobre todo en el reino de la entomología y de las flores, no por nada hay dos epígrafes de Maurice Maeterlink.

Volviendo a la creación de un mundo fuera del mundo se podría hablar de un espejo que no realiza ninguna acción de reflejar el mundo real, ese que compartimos, y sí las acciones íntimas de la voz poética. Un espejo hecho con una suerte de alquimia que va de lo inanimado a lo animado, al alma de las cosas, de lo vegetal a lo animal y viceversa, donde se cumplen las metamorfosis posibles, las mutaciones, las roturas y todo lo dicho anteriormente.


Eclipse final con umbra, penumbra y antumbra y Tótem


Pero lo que sobrevuela Ánima es el amor tótem. Un amor que no distingue barreras entre los seres. Como una Gracia, y también como un Tabú, la sombra y la luz de Pelino se proyectan sobre todo el libro confluyendo a la autora con la voz poética de los poemas. Como si ella exhalara el brillo de un astro y toda la sombra de la imposibilidad se volviera contra ese Verba dicendi, eclipsando la potencialidad de hacer real el deseo.

 

Porque Ánima también es el deseo de animar a la existencia, de nuevo, a los que queremos que vuelvan. Es darle alma a aquello que no está. Es rozar con el aliento a lo imposible.
Vea todo eso quien abra este libro.


Jotaele Andrade
en el otoño de 2022 de Barracas al Sud

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