Expresionismo Lírico
by Melisa Mauriño
La piel de la oruga
POEMAS
La piel de la oruga
Así como la ninfa
yo también tejía
ese capullo negro
en el corazón de la noche
del derrumbe
trenzaba los hilos
de mis largos cabellos
alrededor de tus dedos
ya estaban humedecidos
de tanto escarbar en mi nombre
caído en esa grieta de luz
que unía y separaba tus labios
de los míos
no usabas alianza en ese dedo
pero mis hilos
quizás demasiado frágiles
aún se cortaban
a la tercera vuelta
y tenía que volver a empezar
como si yo también cayera
del borde de tu tiempo
Así como la ninfa
yo también
me bajaba despacio
el vestido como la piel
de la oruga deslizándose
hasta tocar ese final de cuento
anunciado hasta el hartazgo
y aún así
igual que ella
vi con horror la pausa
el vestido,
muerto en la mitad
del cuerpo,
descubriendo a medias
lo sensual, lo trágico
del amor
cuando no se termina.
***
Yo dije el mar
Una vez yo dije el mar
y estábamos desnudos
vos y yo
como dentro de una caja de zapatos
con algunos orificios
para el aire
lo recordé ayer
al bajar del colectivo
que me deja justo
frente al hospital
del cáncer
esperando un cambio de luz
para cruzar la calle
vi la playa
tan vacía como antes
esa tarde
bajo el peso de tu cuerpo
un paraguas destrozado
como un ave marina
que deja sobre la arena una huella
a la par que la borra
mientras la piel
pegada a los huesos
varillas de metal que sostienen
la lluvia, se agujerea como tela
del color de la carne de un molusco
ahí estaba
un paraguas caído
cadáver de alas abiertas
en medio de la calle el dolor
de inventar otra vez
el recuerdo del mar
yo dije el mar
como podría haber dicho
la cama
con las sábanas revueltas
como espuma.
***
Una polilla en el viento
A Polillo
Te di una noche
la primera
para endurecerte
como los niños que cruzan
la cruda membrana de un rito
y se hacen hombres
La siguiente era el cielo
tu campo minado
temí dejarte volar
entre el polvo de artillería
acelerar tu caída, inevitable
el aterrizaje forzoso
sobre las nubes
quietito ahí, pinchado
como tantas luces desaparecidas
de los ojos insomnes de la ciudad
la tercera noche
fuiste libre
abrí tu jaula
extendí la sábana
del ocaso
todo ese horizonte
una promesa inmensa
pista de vuelo
sin mapa más que el instinto
un pálpito
te vi desaparecer
en esa hondura
radiante de oscuridad
con tu soledad, la mía
sabiendo que la última parada
sería tu muerte
lejos de mis manos
ovillado a los pies de la luna
acurrucado en la fría
caricia de la noche
quizás feliz
pero no importa, nada de eso
es cierto ya
porque esta noche volás
y no temés a las sombras
de las ramas desnudas
como garras monstruosas
con tu ala rota
emprendés ese viaje celeste
cargando tu esperma
la vida breve
porque esta noche volás
y ya sos parte
del viento.
***
Psyché
A Midori y Anastasios
Ya eran casi las cinco
del verano
la línea entre los postigos
se filtraba rosada, fulgurante
como una espada de luz
cortando con su filo la noche
desnudando las horas
sin sueño
se abría rechinando
la mañana fresca
amarilla
en su vaivén metálico
golpeaban inseguras las ventanas
como alas de la casa
demasiado pesadas
para este cuerpo frágil
de par en par las dejé
para oír mejor
el otro aleteo, desesperado
más verdadero
un grito que desconoce la lengua
como si el viento modelara la carne
con su soplo inocente
y aún supiera
algo del mal
así se agitaba la polilla
dentro de su jaula
volaban sus pelos, afuera
como las suaves plumas
de una guerra de almohadas
pero sin risas
también mujer, pariendo con dolor
agarrada a las rayas diamantinas
de su encierro
malherida, pujando fuerte
cada uno de sus huevos
a la vida
algunos sobre su abdomen
y yo con un pincel
que no pinta, otra caricia
dejándolos caer
de su vientre convulso
te dije no duermo si ella sufre
nunca vi la muerte, tan pegada
a la vida
es tan raro que la oruga
no sepa de polillas
de sus padres, de sus hijos
sólo de orugas y hojas
y se olvide
cuántas veces muere
cuántas vive
y después el letargo
en esa bóveda de oscuridad
se olvidan de sí, se creen orugas
como nosotros creemos ser niños, bellas, jóvenes
esclavos, enfermos, soldados
creen que siempre
van a ser orugas, y nada más
también nosotros
confiamos en eso
hasta que la muerte llega
definitiva
pero las polillas no conocen la muerte
sólo un puente
porque dejan la piel en la tierra
para subir al cielo, el cuerpo
una cáscara suave vacía
y volar todavía más alto
entre las nubes
donde no llega la vista
por eso mañana cuando encuentre
irreconocible un cuerpo
vivido y abandonado
al viento y su soplo
sabré que no es la muerte
sabré reír
sabré por qué las llaman psyché
como al alma
que huye rápido de una piel cansada
con ansias de llegar sin peso
al nuevo amanecer.
***
El día después de los humanos
Hablábamos
pero no por hablar
de la lluvia o el suicidio
sino para hacerlo
un poco menos difícil
estando en el aire
todo eso
mis codos
en el mantel de hule
pintado a la mesa
las tardes de calor,
el redoble metálico de tus dedos
desafinando otra canción pasada
de moda, pegadiza
pegajosa
como la tarde
dijiste que el día
después de los humanos
los leones se echarían al sol
en Central Park,
pensé la libertad
cuesta años
de encierro
dijiste también
que el verde cubriría el cemento
y treparían las hojas
los rascacielos,
pensé en los árboles
que vi talar
porque sus raíces rompen
las veredas y los desvíos
son peligrosos
el día después
de los humanos
el sol inicia su descenso
y las sombras
en el agua se mueven
del color de la sangre y tiemblan
hasta ahogarse
o aprender a nadar
dijiste me gusta
fingir el fin del mundo
para morir un rato
en el cuerpo de otra mujer
pensé el fin del mundo
es todos los días
para el león
que ve caer al sol
en su jaula, para la hoja
que se desprende
del árbol y también
para el amante y lo que arranca
de sus ojos la lluvia
el día después
del amor.
***
Pasaje
Una polilla se apagaba
se dejaba estrangular por las horas
agarrada a la pared de la sala de hospital
donde los vientres
estaban a punto de abrirse
supe que aun con su agonía a cuestas
quizás debido a ella
era todavía parte del mundo
porque al tocarla con mis yemas sentí
la gamuza de su cuerpo
recibirme humana
en su ser de insecto
¿te conté que antes de morir,
cuando no se aparean,
se vacían el útero de huevos
que están vacíos?
Estaba en eso cuando la acosté en mi mano
y el suyo era un cuerpo en coma
que reconocía la piel
con un profundo silencio
¿te dije que sus alas huelen como el polvo
acumulado sobre los muebles
después de una larga ausencia?
¿que es preciso desplegar muy grandes
los párpados para ver el salto inaugural
que la devuelve añeja, recién nacida
a la caricia del crepúsculo
guiando su último vuelo
de regreso a la tierra?
«La piel de la oruga»
Viajero Insomne, 2016